martes, diciembre 27, 2011

Amantes de tierra y mar

"En un pequeño islote en medio del lago, se albergaba la figura de una bella dama tumbada sobre rocas. Muchos la veíamos, muchos la adorábamos, mas le importaba lo más mínimo. Lucía su tostada piel y su dorado cabello, su cuerpo describía suaves curvas en cada lento movimiento que realizaba, estaba medio desnuda bajo la radiante luz del astro Sol, y se quedó dormida. Renak y yo nos adentramos en el agua, queríamos verla de más cerca..., queríamos tocarla, queríamos conocerla, comprobar que era real. Así que nadamos sin pausa hacia el pequeño islote. Sin hacer ruido y sin salpicar ni una gota de agua, ascendimos por la roca y la pudimos ver con toda su naturalidad. Desde tan cerca, su piel parecía suave terciopelo, su cabello irradiaba la brillantez cálida de la luz del Sol, que le daba calor. "

"En ese momento, cómo acto reflejo al acercarnos más a esa belleza, detrás de nosotros apareció un tritón, mitad hombre mitad pez. Nos apartó y se puso encima de la dama, temiendo que le pudiéramos hacer daño. Su mirada reflejaba la ira del protector que teme que le roben su bello tesoro. Así que lentamente, descendimos hacia el agua de nuevo y nadamos. El tritón remplazó nuestro lugar en la roca sin quitarnos la vista de encima, hasta que llegamos a la costa. Sanos y salvos de su temible fuerza, volvimos la mirada atrás, hacia el pequeño islote. Encima de las rocas se movía la figura musculosa y resbaladiza del tritón, velando y contemplando a su sirena, su amada imposible, su tesoro que nunca podrá poseer, mas por mucho que la quiera proteger nunca podrá estar con ella, porque él vive bajo el agua y ella bajo el Sol."