martes, marzo 27, 2012

Diario del fin... dia 86

Ya llegué.  Después de tres intensos días de trabajo, llegué a casa... otra vez a mi despacho, en frente de mi ordenador... por la ventana oigo los sonidos del mar. ¡Que relajación! 
Han sido unos días intensos pero traigo un grato recuerdo de ellos. He podido conocer otros colegas del proyecto y establecer contacto con ellos. De dicho contacto, han salido nuevas tareas que debo realizar y, aunque pueda parecer lo contrario, me siento motivado para llevarlas a cabo y terminarlas dentro de los plazos establecidos.
El primer día fue el más duro. Nada más llegar nos presentamos cada uno de nosotros a nuestros anfitriones y cada cual explicó su parte del trabajo. Por la tarde llegaron los revisores, una mujer y cuatro hombres. Parecían bastante entendidos en el tema: hicieron muchas preguntas, aunque no parecían nada interesados o más bien poco, porque no hacían mas que atender a sus portátiles... aunque cada pregunta que hacían parecía una pregunta clave y con sentido.
La presentación se extendió mucho, no la pudimos presentar tan bien cómo hubiéramos querido. Pero a los revisores les gustó y nos dieron el visto bueno para seguir a delante.
Al final del día y con mucho cansancio encima decidí aprovechar la noche para visitar un poco la capital. Así que tomé el transporte público de la zona para visitar la zona centro y cenar algo por allí. Un ambiente muy señorial, y sus ciudadanos parecen aún viviendo en la edad de los nobles y los feudos...

Al día siguiente, y sin apenas descanso, volvimos a explicar el proyecto. Esta vez sin revisores, sin ninguna evaluación más que la de nuestro director. Cada uno explicó su cometido y sus planes para los meses venideros. Fue una jornada más intensa, pero más llevadera. Yo no tuve que explicar nada. Sólo cuando me preguntaban, en los momentos de descanso. Siempre íbamos a una cafetería puerta con puerta con nuestro lugar de trabajo. En esos momentos de descanso es cuando intercambié opiniones con los demás, cuándo realicé todo mi trabajo: dándome a conocer y conociendo a los demás. Es en esas horas dónde se es más productivo, dónde surgen las mejores ideas... Y así hasta la hora de la cena. La cena la tomamos en un restaurante de lujo, todos los compañeros de trabajo. Aunque no tuvimos que vestirnos con nuestras mejores galas, el trato fue exquisito y la comida ¡deliciosa!... 
Y seguimos la mañana siguiente, reuniéndonos de nuevo y decidiendo un mapa para seguir avanzando en el proyecto...

Miro por la ventana. En el cielo empiezas a despertar. Sólo se oyen algunos pájaros que vuelven a sus nidos. El mar está tranquilo...
Esta semana tocar organizarse de nuevo y empezar con las nuevas tareas. No van a ser días plácidos, pero me siento motivado para vivirlos.

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