domingo, septiembre 23, 2007

rutina

Un nuevo día empieza con una nueva alba, pero lo que espera por hacer es lo mismo del anterior. Como cada jornada, la luz va ganando terreno a la oscuridad y los colores se van volviendo más vivos a medida que transcurre. Hasta un punto álgido. Un punto en que la luz deja de resplandecer poco a poco, apagándose lentamente, dejando paso a un manto oscuro, a veces iluminado por estrellas o por la luna.
Así como la tierra sigue su rutina, veo a la gente haciendo las mismas cosas, sigue el mismo camino para llegar al mismo destino, una y otra vez. Y a partir de un punto álgido de la jornada, esa misma gente deshace el camino hecho; vuelve a su lugar de partida. Descanso y recuperación de energía es lo que les mantiene ocupados en sus casas. Cada lugar les da las mismas cosas por hacer. Cada lugar tiene sus tareas diarias por realizar y tiene las mi. Siempre ocupados en lo mismo.

Mi viaje también sigue su camino. Desde que el sol se levanta hasta que se acuesta, muchas horas de la jornada hay que continuar dicho viaje; progresar por la senda cada día un poco más hasta llegar al final, hasta llegar a una ansiada meta. Pero aunque parezca repetitivo, hay pequeños detalles que cambian, que por alguna razón nunca antes se han producido. Dificultades y obstáculos nuevos que rompen la monotonía de la vida. Algunas de las pausas de dicho viaje son diferentes a las demás y algunas son inesperadas.

Aunque el mar parezca el mismo a simple vista, cada ola es diferente a la anterior.

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